A veces los fracasos se convierten en hazañas históricas. Ese es el caso de la expedición a la Antártida del explorador irlandés Ernest Shackleton, que no logró el objetivo de atravesar el contiente helado con trineos, pero dio una lección de supervivencia y coraje. El dibujante Luis Bustos (Madrid,1973) ha llevado al papel esta aventura en ‘Endurance‘, un recomendable cómic publicado por Planeta DeAgostini. El artista cuenta los estresijos de su trabajo en una entrevista a través de correo electrónico.

¿Cómo surgió la idea de adaptar al cómic la historia del ‘Endurance’?
Surgió de una exposición llamada ‘Atrapados en el hielo’ que programaron en el museo marítimo de Barcelona y que todavía puede verse en algunas ciudades españolas, ya que es itinerante. Sin tener conocimiento previo de la historia de Shackleton a bordo del Endurance, pude encontrarme con las espectaculares fotografías de Frank Hurley, el fotógrafo oficial de la expedición. Resultó apabullante descubrir la belleza de la Antártida y y quedé maravillado por la historia de supervivencia de los 28 hombres. Semanas después  se me presentó la oportunidad de trabajar con Planeta y les propuse (no sin un cierto temor) esta historia, que les encantó desde el principio.

Es llamativo que haya sido un dibujante español el que haya adaptado la historia, no sé si conoces alguna otra versión.
Adaptaciones en formato historieta  sólo conozco la que han realizado en Francia y cuya proceso, sin yo sospecharlo, fue paralelo a mi trabajo. No creo que sea especialmente importante la nacionalidad del autor, en definitiva es una historia sobre la capacidad del hombre frente a las circunstancias y los elementos adversos, independientemente de quién lo realice. Creo que es un relato universal.

¿Qué fue lo que más te impactó de la aventura de Shackleton?
Lo que me fascina de la historia, al menos tal y como la he enfocado, es que en definitiva la trama es sencilla. Puedes introducir los matices que desees, pero en el fondo la sensación que quiero que le quede al lector es de una aventura extenuante. Unos hombres que para sobrevivir deben ir del punto A al B, y después al C, y más tarde al D. La salvación cada vez parece a la vez más cercana y a su vez más lejana debido al agotamiento y las enfermedades.

Pero, hay algo, que quizás fue lo que más me gustó de lo que vi en la exposición, y fue el tremendo contraste entre la «civilización» humana, personificada en la complejidad mecánica del barco, y la mortal pureza del blanco antártico. Es el perfecto ejemplo de la obstinación del hombre que insiste en introducirse en un contexto absolutamente ajeno a él. De ahí que el álbum fuera necesariamente en blanco y negro, para resaltar este aspecto.

¿Ha sido muy trabajoso llevarlo al papel?
Este ha sido mi primer trabajo cuya extensión supera las 150 páginas. Nunca había hecho algo así y para mí, estructurar los contenidos, dar vida a los personajes, intentar transmitir cierta fidelidad al relato original fue complicado pero a la vez estimulante. En cierta forma era mi propia aventura frente a los elementos.

‘Endurance’, a pesar de partir de una historia real, mantiene en todo momento la tensión de saber qué pasará con los expedicionarios. ¿Quérias ante todo que se leyera como un relato de aventuras?
Por supuesto. Mis pretensiones no eran tanto un análisis psicológico de los aventureros, aunque algo de eso hay, sobretodo en Shackleton, figura principal. Lo que me interesaba era tratarlo como un clásico relato de aventuras, donde en cierta forma los protagonistas se dejan llevar por lo físico o emocional más que lo psicológico. Una de las obras que consulté, y que no había visto hasta el momento, fue ‘Lawrence de Arabia’, recomendada por mi buen amigo Santiago García.

Has optado por composiciones de página innovadoras, que trasmiten muy bien el paso del tiempo, la angustia, la épica… ¿Querías experimentar o era lo que te pedía la narración?
No las considero innovadoras, ya que generalmente beben del trabajo de Osamu Tezuka, que ya tiene unos añitos. Tampoco fue especialmente premeditado, pero si que es cierto que, a la hora de trabajar sobre el ‘story’, descubrí que se me planteaban una serie de dificultades narrativas que debía solucionar con cierta elegancia.

De algunas, como la doble página de la entrevista con el periodista, no estoy especialmente orgulloso, aunque creo que conseguí exponer la información de forma concisa y rápida. De hecho, odio los fotomontajes, pero no sé por qué asumía que aquí era necesario para contextualizar la historia. Otras creo que resultaron acertadas, ya que les daba una cierta musicalidad a la narrativa, un desarrollo fluido en continuo contraste, todo muy emocional… Pero vaya, estoy muy satisfecho del resultado.

Es muy diferente a tus anteriores trabajos, como ‘Zorgo’ (Dibbuks). ¿Esta es tu versión definitiva o vas a volver a tu anterior línea?
Es muy diferente, pero a la vez tiene algún punto en común, como ese diseño de página adaptado a lo que sucede. En Zorgo, y en menor medida Residuos, jugaba con ela estructura de página para sorprender al lector y no recurrir a los socorridos esquemas convencionales de nueve viñetas.

¿Qué tienes ahora entre manos?
Ahora sale el segundo álbum de Zorgo, donde continúo mi línea humorística, junto con mis recientes colaboraciones para El Jueves. Son dos registros -la aventura y el humor- que me gustan mucho, pero a decir verdad, me encantaría hacer cualquier género. A mí me interesan las historias, y planteármelas como un reto al que debo enfrentarme. Tal y como está el mercado, no sé que paso daré a continuación. El futuro dirá.

¿Qué has aprendido dibujando ‘Endurance’?
Que soy capaz de escribir y dibujar en un tiempo record 172 páginas…y no morir en el intento. De hecho, ¡hasta disfrutar! Eso sí, los animales me quedan como un churro. Es triste, pero es así…

En el último año, las editoriales españolas parecen haber vuelto a mirar al artista patrio. ¿El prometedor panorama de autores españoles es causa o consecuencia de esto?
Autores españoles interesantes y con talento siempre ha habido. Oportunidades de enfrentarse a un proyecto ambicioso, pues pocas. El mercado es una locura, es abrumadora la cantidad de novedades y de autores claramente minoritarios que están publicando obras remarcables. Hace diez años era impensable, aunque el auge de la novela gráfica ha hecho posible que podamos acceder a ese material que de otra forma era imposible.

Aun así, queda muchísimo trabajo por hacer, tanto por los editores como por los autores. Los dibujantes malvivimos, debemos buscarnos las lentejas en otros campos y eso impide que el profesional pueda tomarse el tiempo necesario para hacer una obra que le exija trabajar a tiempo completo.